martes, 15 de abril de 2014

LEER, UN PROPÓSITO PERSONAL


En este aparte quiero compartir el artículo que escribí para la revista académica: Brújula, de la universidad Pontificia Bolivariana de Bucaramanga, en abril del 2009, edición No. 45. En esta reflexión presento alternativas, para que los docentes responsables de atraer a los estudiantes a una lectura práctica y lúdica, mantengan una actitud abierta y cercana a las posibilidades de sus discípulos. Les invito entonces, a leer este texto que mantiene su vigencia y deja consejos útiles para todas y todos.





LEER UN PROPÓSITO PERSONAL
(La importancia de la práctica lectora como talleres)

En el quehacer pedagógico la importancia de la lectura se presenta como uno de los ejes primordiales en la articulación del conocimiento.  Una acción repetida desde el “akademo griego”[1]  (hacia el siglo V a.d.e.) propiciador del encuentro con la reflexión y de allí el ejercicio filosófico.  Más tarde en el Renacimiento con la ayuda de la imprenta, el texto escrito se acercó al discípulo como posibilidad de confrontar o repasar personalmente en sus páginas, los saberes que el maestro propiciaba en el aula.  Aunque esta revolución en sí misma aparente, nunca logró que el pueblo practicara la lectura, como lo plantearon los humanistas, tampoco remedió la intensión de animar a los lectores al análisis, ni la reflexión. 

Casi hasta el siglo XIX  los directores y maestros, en universidades y colegios eran los únicos llamados a interpretar, sentando como dogma sus hermenéuticas.  Actitud que aún continúa en algunas instituciones pedagógicas, donde se presenta el saber o la interpretación de lecturas con un solo eco y no permite, el abanico de circunstancias emitido por el discípulo.  A partir de este referente, que debemos corregir, se propone la lectura como herramienta fundamental para enseñar a reflexionar; para buscar desde un texto, otro; en una práctica casi interminable, una red que propicie la posibilidad de múltiples interpretaciones y asombros (acto esencial del ser humano y social)  para acercarnos al conocimiento.

Entonces, la experiencia de la lectura podría compararse con la de buscar en un cuarto oscuro una ventana que al abrirla nos muestra un paisaje nuevo y sin límites.  O, quizá sería más osado semejarla con la metáfora de un tiquete aéreo que si bien tiene un destino, no así la certeza de qué se encontrará al llegar.  Cada lectura es un tiquete a un mundo, a un país, un rincón extraño que se ubica en un contexto real o irreal.  Cada lectura es una aventura de donde tal vez no se salga bien librado o donde posiblemente se encuentren respuestas o más preguntas a esas inquietudes que nos invaden.  Sin embargo, el planteamiento que se pretende desarrollar en este escrito no es evidenciar solamente la experiencia ante la lectura sino la importancia del taller de lectura en la educación.  El cómo seducir a la lectura y qué elementos o métodos utilizar para llevar a esta acción, no sólo como entretenimiento y placer, sino como mediador de conocimiento y motivador de investigación.  ¿Cómo proponer la lectura o propiciar ese espacio de goce?  Qué clave usar para ingresar a un ámbito que, ya en su interior, nos atrapa y desde donde es más difícil salir.  Un laberinto délfico, donde un minotauro con diferentes argucias nos seduce cada instante, para compartir con él ese delicioso y misterioso encierro.

Con este presupuesto es entonces que se propone la práctica lectora, evidente en el taller de lectura como propiciador de ese permanente encuentro con el saber, apartado del rigor o la formalidad que otras cátedras paralelas al pensum poseen.  En el taller se buscará esencialmente motivar a la lectura con ejercicios lúdicos que de manera inmediata lleven al alumno a conocer a través de los libros, lo mismo que a la libre interpretación de los textos[2]

No obstante, no será suficiente motivar hacia la lectura, será fundamental tratar de crear vínculos estrechos que ayuden al hábito de lectura, con el propósito de lograr que el aprendiz llegue regularmente y por alternativa propia a los textos, como posibilitadores de conocimiento y diversión.  Aquí se propone entonces el acto de leer como una necesidad vital, una costumbre de carácter cotidiano ligada a las necesidades básicas de existencia.

Por ello habrá que realizar como maestros, tácticas muy precisas y efectivas para convencer la práctica constante hacia la acción lectora.  Podríamos intentarlo, demostrándoles que algunas manifestaciones artísticas como: el teatro, el cine, el arte, la literatura, el deporte, los juegos interactivos, retoman o desarrollan temas muy cercanos a sus intereses particulares como: la moda, el amor, la pasión, el sexo, los sueños, las frustraciones, los éxitos, la música y sus ídolos que podrían relacionarse con sus actividades académicas.

Podríamos también desafiar la curiosidad del estudiante, utilizando como ejercicio, en un día de clase común y corriente, leer el capítulo de un libro clásico, seleccionado previamente donde el clímax sea evidente.  La lectura se debe realizar de manera pausada, lenta, con la mejor entonación y dramatismo posible.  Cuando se presente el momento de más intensidad la lectura deberá interrumpirse.  El detenerse abruptamente debe provocar preguntas en el grupo: ¿qué ocurrió después? ¿Cuál es el final?  Las respuestas solo las podrán contestar el estudiante, si continua la lectura por su propia cuenta.  O, se podría invitar a la formulación de hipótesis sobre el desenlace o que se aventure a construir la versión de un final. Es posible que la táctica tenga resultados con la mayoría, no con todos, pues siempre habrá un pequeño grupo no susceptible a la treta utilizada, pero la experiencia ya realizada, nos ilustra sobre un resultado positivo.

Desde esta perspectiva el taller de lectura, será también un espacio donde a través de esta mímesis, el aprendiz adopta el modelo de su maestro frente al acto de leer.  En este sentido el modelo a seguir, el maestro mismo, debe ser apasionado de los libros, deberá contribuir de manera sensible y crítica en la formación de lectores, junto a otras características como: ser orientador, nunca imponer los textos, inculcar y estimular, por medio de la praxis, la lectura como espacio de debate o propiciador del ejercicio crítico; proponer la relación del texto con otros aspectos del entorno para propiciar la intertextualidad.  Estos cuatro parámetros se deben tener en cuenta, para que el taller de lectura se pueda articular como fundamento de desarrollo cognoscitivo.

Pero toda esta presunción de “buenas intenciones” no se llevarán a cabo, sin la puesta en común de uno de los aspectos más esenciales del acto lector denominado: interpretación.  Pero, ¿qué es interpretar?  Este interrogante aparentemente fácil de descifrar puede ser el talón de Aquiles de nuestro taller.  Aquí cabrían toda una gama de respuestas que se podrían iniciar con la que define Estanislao Zuleta: “Interpretar es producir el código que el texto impone y no creer que tenemos de antemano con el texto un código común  (...).  Sólo la capacidad de pensar por sí mismos  (...).  El método es pensar, interpretar, criticar.  Los prerrequisitos están en el texto”[3].  Es así que se plantea una interpretación libre sin establecer barreras, donde cuenta, ante todo, el conocimiento personal; las asociaciones creativas, pero siempre con la premisa de argumentar o dar sentido lógico a los planteamientos expuestos. 

En este sentido la construcción subjetiva debe implicar una relación estrecha entre el lector y el texto, una búsqueda de afectos, experiencias y saberes reflejados en la interpretación que se realice; Zuleta nos aportaría algo más, al decir: “debe haber códigos comunes entre individuo y texto que nos liguen”.  O, para decirlo de otra manera, la lectura debe ser la herramienta para buscar otros textos y desde estos otros, como ya lo habíamos mencionado, hasta llegar a plantear lo que se podría denominar el hipertexto[4], como lo han propuesto Cortázar, Eco, Barthes, Penac, Chartier, entre otros.

Desde esta apreciación la interpretación de un texto debe ir más allá, no puede quedarse en la opinión simple y sin sentido que no construye un saber.  Es aquí, donde la orientación del maestro estimulando a buscar a través de la mímesis, símbolos o contextos que se plantearán desde el mismo texto tiene importancia radical y es ahí donde se funda la techné del taller[5].  En esa techné, el taller presentará como posibilidades de ejercicio interpretativo, los modelos y perspectivas de lectura que se clasifican como  Modelos: Estética de la Recepción, Lectura como práctica social y Abducción y, desde una perspectiva formal: Estructuralismo, Simbólica y Semiótica.  Estas posibilidades son específicamente las herramientas que utilizará el maestro para validar el acto de leer como una construcción del conocimiento y estructuración lógica del pensamiento, que será útil al aprendiz en el ámbito académico y por ende, en su formación como individuo y ente social, es aquí donde se valida la lectura como otra posibilidad de existencia.  Un viaje que después de realizado no nos deja en el mismo punto de partida.

Para finalizar no puede faltar la cita de Borges, tan conocida, sobre el libro, que dice: “De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro.  Los demás son extensiones de su cuerpo.  El microscopio, el telescopio son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensión de su brazo.  Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y la imaginación”[6].  Esa sería también la invaluable analogía hacia la construcción del conocimiento.

 

 

FUENTES DE CONSULTA  

MEMORIAS DEL TERCER CONGRESO NACIONAL DE LECTURA.  Mayo de 1997.  Bogotá.

ZULETA, ESTANISLAO.  Sobre la Idealización en la vida Personal y Colectiva.  Ediciones Procultura.  Bogotá, 1985.

FREIRE, PAULO.  La importancia de Leer y el Proceso de Liberación.  Editorial Siglo XXI.  Bogotá, 1985.

DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA.  Real Academia Española.  Vigésima Primera Edición, Madrid, 1992.  Tomo I y II.

BARTHES, ROLAND.  Selección de Ensayo.  Editorial Alianza.  EMECE.  Madrid, 1982.

CHARTIER, ROGER.  De la historia del libro a la Historia de la lectura.  Libros, lecturas y lectores en la Edad Moderna.  Alianza Editorial.  Madrid, 1994.

ECO UMBERTO.  De los Espejos y otros ensayos.  Editorial Lumen.  Barcelona, 1994.

REVISTA HOJAS DE LECTURA.  FUNDALECTURA.  Bogotá, diciembre de 1996.  Ejemplar No. 43.

BORGES, JOSE LUIS.  Conferencia sobre: El Libro.  Bogotá, mayo 24 de 1978.





[1] En las escuelas socráticas, la lectura reunía a los discípulos ante el maestro quien leía en voz alta para el grupo.
[2] Entiéndase para efectos de una mejor comprensión del presente escrito, que la palabra texto refiere por ejemplo al entorno, una película, una exposición de arte, obra de teatro, musical.  O como lo diría Paulo Freire: “La lectura del mundo precede a la lectura de la palabra, de ahí que la posterior lectura de ésta no pueda prescindir de la continuidad de la lectura de aquel”  (Tomado de Freire, Paulo.  La importancia de leer.  Bogotá: Siglo XXI, 1985.  P. 95).
[3] Zuleta, Estanislao.  Sobre la idealización en la vida personal y colectiva.  Ediciones Procultura.  Bogotá.  1985.
[4] Sobre el hipertexto podríamos referir lo expuesto por el profesor Luis Bernardo Peña de la Universidad Javeriana, durante el III Congreso Nacional de Lectura.  “El hipertexto nació como un dispositivo de la tecnología informática.  Sus dos componentes básicos son los nodos y los nexos.  Que forman entre sí una red de conexiones un ejemplo más cercano de esos hipertextos sería el menú que aparece en la pantalla del computador.  El hipertexto ofrece múltiples trayectos de lectura entre los cuales el lector decide el suyo propio, de acuerdo con sus intereses, preguntas y estilo personal de lectura”  (Bogotá, mayo de 1997).
[5] “Mediación entre el hacer y el saber hacer.  Un saber reflexionado que se reconoce a través de la práctica y en el dominio de la técnica”.  Tomado del trabajo en común del énfasis de Lecto-escritura: Principios Pedagógicos.  Maestría en Educación.  UNAB.  Bucaramanga.  1998.
[6] Borges, José Luis.  Conferencia en Bogotá sobre: El Libro.  Bogotá: mayo 24 de 1978.

INTRODUCCIÓN-LEER






Todos los seres humanos leemos, o podría decir que todos los seres vivos leen; todos los seres perciben el entorno y aprenden de él; lo interpretan y por ello existen. Sé que a muchos de ustedes la frase anterior le sorprenderá, porque siempre nos han explicado que leer se define, como reza el Diccionario de la Real Academia de lengua, cito: 

    1. "Leer es: pasar la vista por lo escrito o impreso comprendiendo la significación de los caracteres empleados". 

No obstante, el mismo diccionario expresa en segunda y tercera opción: 
2. tr. Comprender el sentido de cualquier otro tipo de representación gráfica. Leer la hora, una partitura, un plano.
3. tr. Entender o interpretar un texto de determinado modo.

Y, aquí ya estamos ejercitando la lectura de forma incompleta porque nos hemos limitado a las primeras tres definiciones, y no terminamos de leer los siguientes significados:
4. tr. En las oposiciones y otros ejercicios literarios, decir en público el discurso llamado lección.
5. tr. Descubrir por indicios los sentimientos o pensamientos de alguien, o algo oculto que ha hecho o le ha sucedido. Puede leerse la tristeza en su rostro. Me has leído el pensamiento. Leo en tus ojos que mientes.
6. tr. Adivinar algo oculto mediante prácticas esotéricas. Leer el futuro en las cartas, en las líneas de la mano, en una bola de cristal.
7. tr. Descifrar un código de signos supersticiosos para adivinar algo oculto. Leer las líneas de la mano, las cartas, el tarot.
8. tr. p. us. Dicho de un profesor: Enseñar o explicar a sus oyentes alguna materia sobre un texto.

Ahora bien, lo que pretendo es una revisión significativa y amplia, ante el desarrollo de una de las competencias más importantes en todos y cada uno de los individuos (femeninos y masculinos) que conforman nuestras sociedades actuales. El acto de leer en la actualidad es diferente, leemos de diversas maneras, leemos todo lo que nos rodea y tratamos de interpretar para sobrevivir. Leemos para alcanzar el conocimiento, pero ese conocimiento hoy ha cambiado; las sociedades del momento han sufrido y sufren constantemente transformaciones vertiginosas. Y, ahora al inicio de la segunda década del siglo XXI, donde las tecnologías absorben todos los ámbitos del entorno humano, se hace necesario ampliar nuestro concepto sobre este proceso que hemos  denominado: lectura.



Tomado de: https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZytAr1xX5QGHNTYVWThxLciyAcscMYX7IQFJOsThCzcbvyNpC2VfhXczV1dYKh8klQYKt1UJzAIrB07zfwu4ZONerl4jqmrnjSdX4bpTfUsCnQ9f9VsbenZ4kiWE72xj0PqQjYdKThRA/s1600/BollmannStefan-LasMujeresQueLeenSon.jpg


Pero, detengámonos para revisar esa frase que presenté líneas arriba, la que expresa: “leemos todo lo que nos rodea y tratamos de interpretar para sobrevivir”. ¿Por qué sobrevivir? Porque nuestras sociedades exigen día a día que actualicemos nuestros saberes ante la imposición de nuevas formas de comunicarnos, de trabajar, de amar, de recrearnos, y en fin de todo aquello que nos compromete al vivir dentro de una gran variedad de grupos sociales; y allí nada más y nada menos está la capacidad de interpretar, de descifrar, de descubrir un mundo del que necesitamos y, si fracasamos en el intento, es posible que nos hallemos ante la muerte o, lo más significativo, frente al fracaso.

Y, aunque el termino fracaso parezca dramático, no es fácil cambiarlo por otro, porque muchos casos pueden certificar lo expresado. Como ejemplo nada más intenta solicitar trabajo sin tener conocimiento sobre tecnología computarizada, o por lo menos manejar algún dispositivo digital. A eso, súmale que para acceder a las cuentas bancarias o de ahorros (donde guardas tus ingresos y/o capital)  debes  manejar las redes electrónicas. No hay opciones, o manejas los detalles informáticos o, perderás los ahorros de toda tu vida. Estamos inmersos en unas formas de lectura que reflejan el gran entorno sistematizado y mediático que no imaginó nuestra sociedad humana, hace menos de tres décadas. Es posible que esta reflexión llene de esperanzas a un gran grupo de personas; pero, no dudemos, que otro gran porcentaje debe estar agarrándose la cabeza con las dos manos, pensando  que los jóvenes de hoy no leen, y no saben leer.

Estos párrafos de reflexión sobre el ejercicio de la lectura, son un abreboca para los capítulos que trataré en próximas entradas, donde además de explicar las diferentes modalidades de cómo podemos leer, también daré algunos consejos para interpretar diversos textos, o ayudar con herramientas claves a un tipo de lectura analítica, que sé será de gran ayuda en todos los ámbitos, no solo en el académico sino también en el laboral o profesional.